Luis de Góngora y Francisco de Quevedo son, a ojos de un viandante del siglo XXI, dos tipos simpáticos amén de talentosos. Así nos lo trasladaron el uno del otro a base, sin embargo, de envenenadas sátiras cuasi parlamentarias. Del andaluz, aunque es su apéndice nasal lo que el madrileño hizo célebre, sabemos, y casi en exclusiva por los dardos literarios de...
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