Recién llegado a Barcelona y pendiente del qué dirán, complejos de forastero en una tierra atiborrada de folclore político, el Tata Martino se presentó en lo de la Diada y, donde fueres haz lo que vieres, le puso flores a Casanova, lesionado desde 1714 y al que acababa de conocer. Ni por esas. Ya le están mirando el ADN. La identidad nacional catalana no solo...
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