Aquellas sociedades árabes sumisas, capaces de aguantar sátrapas y humillaciones sin rechistar, ya son historia. Los árabes han aprendido a protestar. Y su primavera del descontento, por más otoñal que parezca, es una realidad de la que ya no se van a librar sus dirigentes. Lo más probable es que quienes protestan nunca lleguen al poder. Pero tampoco van a dejar...
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