No hubo honores ni discursos. Tampoco altares monumentales. Solo penitencia. La primera visita del Papa Francisco fuera de Roma, realizada para llorar a las víctimas de la inmigración, hizo ayer de la isla siciliana de Lampedusa la capital de la aflicción y el arrepentimiento. El Santo Padre denunció la «globalización de la indiferencia» en una homilía pronunciada...
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