LA Comisión Europea dio ayer un paso arriesgado pero sensato al cambiar el acento de la política económica: deja atrás la obsesión por los recortes y, sin abandonar el principio de la sostenibilidad presupuestaria, pone el acento en las reformas estructurales. La fórmula parece simple, pero ha sido necesario que los hechos convenciesen hasta a los más reticentes...
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