Despuntaba una plomiza mañana en Culiacán cuando la noticia corrió como un reguero de pólvora por las calles, a bordo de los camiones, en los cafés. Incluso el cura que oficiaba la misa de ocho en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario detuvo la lectura del Evangelio cuando el monaguillo tiró de su casulla y le susurró unas palabras al oído, que el sacerdote...
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