La cara de Hugo Chávez asoma amarilla, maquillada en exceso, como si tuviera una capa de cera de un considerable grosor por encima. Se la veía maltratada, pero arreglada, después de una larga enfermedad con muchas incógnitas. Este es el rostro ofrecido a las masas en la capilla ardiente ante la que desfila la interminable cola de venezolanos que quieren darle...