Lo malo de separarse tras cincuenta años de casado con una mujer que ha sido tus pies y tus manos es que uno no sabe dónde está cada cosa y cómo solucionar esos problemas domésticos que, si se controlan, no tienen porqué ser un suplicio. Al premio Nobel Mario Vargas Llosa algo de esto le está ocurriendo una vez abandonó el domicilio conyugal para instalarse...
Suscribete para leer la noticia completa: