Como una niña más, sin tratamientos protocolarios ni distinciones, a la que todos llaman Leonor a secas. Su día a día es similar al de sus compañeros de colegio –clases, recreo, deberes, deportes, juegos...–, y sus fines de semana, a los de cualquier hija de un matrimonio de profesionales –salidas en familia, al cine, a pasear por el campo o a jugar con amigos...
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