«Aunque tenga que matar, engañar o robar, a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre», clamaba con rabia y determinación Escarlata O’Hara en «Lo que el viento se llevó» (1939), de Victor Fleming. Desde luego, la caprichosa y manipuladora señorita Escarlata podría haberse ahorrado muchas penurias sin tener que delinquir: le bastaba con poner a la...
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