El pasado lunes, Jaime de Marichalar llegaba a la convocatoria del premio de poesía Loewe minutos antes de que los invitados se dispusieran a comer en un salón del hotel Palace. Esta vez evitó el cóctel previo donde se forman los habituales corrillos, tal vez con la idea de eludir las preguntas de algunos asistentes. Con un gesto serio y sin más aditivos que...
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