Tras diez intensos días, el Rastrillo cerró ayer sus puertas con una cascada de sentimientos encontrados, por una parte la alegría de voluntarios y organizadores por la satisfacción del trabajo bien hecho y, por otra, la tristeza de muchos por tener que esperar otro largo año para disfrutar de nuevo de esta gran fiesta de la solidaridad. La jornada estuvo marcada...
Suscribete para leer la noticia completa: