Christopher O’Neill apenas tuvo que esperar ayer cinco minutos ante el altar a que llegara su novia, la Princesa Magdalena de Suecia, pero a él se le debieron de hacer eternos. Acompañado por su «padrino», Cedric Notz, un amigo de la infancia que trataba de transmitirle tranquilidad, Chris –como le llama Magdalena– no podía ocultar la tensión: se mordía el labio,...
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