Hay una fatalidad íntimamente ligada al destino de Artur Mas. Una fatalidad que como todas tiene que ver un poco con la gracia de Dios y otro mucho con la propia mediocridad, con el creerse más listo que los demás que de un modo u otro hunde a los incautos y a los pedantes, que no es lo mismo pero es igual.
Artur Mas i Gavarró (Barcelona, 1956) se ha creído siempre...
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