Si a las tres de la madrugada suena la puerta, en México nunca es el lechero. Lo he comprobado junto al equipo de Cuerdos de Atar con el que estaba hospedado en el modesto hotel La Casa Rosada de Tapachula (Chiapas). Lo que sonó en la madrugada del pasado sábado fue el teléfono de mi habitación, y no era el lechero, no, era un tipo que se presentó como el responsable...
Suscribete para leer la noticia completa: