El corazón se te encoge cuando se abre un portón metálico que chirría como si aullara. Cuando se cierra a tus espaldas, parece pararse y dejar de latir. Enfrente, una mole de apenas 1,70 metros de estatura, con brazos y piernas como gruesas columnas y un torso descomunal, fruto de la ingesta de anabolizantes y de la práctica de artes marciales con las que estaba...
Suscribete para leer la noticia completa:

