Los padres de Asunta, imputados por asesinato, se adaptan a la vida en prisión; él mantiene entereza absoluta
Rosario Porto espera a que acaben sus más de cincuenta compañeras (asesinas, ladronas, «mulas») el almuerzo y se enfunda los guantes. No está acostumbrada y le disgusta hacer de asistenta. Considera que es un exceso y un trabajo muy duro: le han asignado...
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