Si el PIB midiera la felicidad, sobre los datos ahora mismo seríamos tan dichosos como hace años. Pero como advirtió Robert Kennedy en 1968, los indicadores macroeconómicos tienen sus límites a la hora de calcular el progreso de una sociedad: «El PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros niños, la calidad de su educación o el gozo que experimentan cuando juegan....
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