Una vez más el Banco Central Europeo (BCE) se ajustó al guión previsto y volvió a retrasar, previsiblemente hasta enero, la adopción de medidas de estímulo adicionales para animar la alicaída economía europea. El anuncio de que se mantenía el «statu quo» cayó como un jarro de agua fría en las bolsas europeas, cuyos índices abandonaron el verde rápidamente.
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