La generosidad de los años de bonanza no casa con la crisis ni la austeridad. Los jugosos salarios percibidos por las cúpulas de las antiguas cajas, en muchos casos con escasa formación financiera y alta vinculación política, chirrían hoy más que nunca entre una sociedad acorralada por la disciplina presupuestaria y el control del déficit. La polémica resurgía...
Suscribete para leer la noticia completa: