Otra vez la misma orden. «¡Para, Mikel, para. Espera a Aru!». La misma frase que le frenó en mayo en el Giro, cuando había dejado atrás a Contador, cuando iba a por la victoria de Sestrieres, cuando acariciaba ser segundo del Giro. Esa tarde paró. Obedeció. Lo perdió todo. Y, ya en la meta, lloró en silencio. Se tragó la rabia y calló.
Ayer se repitió la escena....
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