El ritual lo conocen. El speaker anuncia la alineación. Las gargantas, templadas por el alcohol, corean el nombre de cada jugador. Luego siguen cantando como una grada más. Se hace un silencio, saltan los futbolistas, los muchachos sonríen nerviosamente y suenan los acordes de una vieja melodía de Broadway. Parece una canción de barra de bar, pero, a medida que...
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