En la carrera de los autos locos en que se convirtió el Gran Premio de Australia, Valentino Rossi fue el más listo. Aprovechó los múltiples abandonos –hasta nueve, la más accidentada del año– para volver a brillar. Su sed de champán es insaciable y su hambre de triunfos sigue intacta en plena lucha por el subcampeonato, «una cuestión de honor». «Pensé que nunca...
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