Fue en Finlandia, en 2003 y en plena Copa del Mundo sub 17, cuando los ojeadores del Rennes vieron a un niño con ojos desorbitados y cuerpo mayúsculo correr en el Ratina Stadium. Brasil, la favorita y posterior campeona, acababa de empatar ante once chicos de Camerún y los técnicos del club francés quedaron ensimismados con la fuerza de los africanos. Allí estaba...
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