Hay jugadores que llegan a los clubes y en la presentación su semblante lo dice todo: si aparecen con más o menos ganas, con hambre de gloria o la barriga llena, con el dinero por montera o con el corazón por delante. A Chicharito Hernández también se le notó: un tipo feliz, con ganas de comerse cada brizna de hierba del Bernabéu, consciente de que un giro inesperado...
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