Al ver la cresta de la Chamrousse, Nibali, lúcido, sereno tras una subida «interminable», se ajustó bien el maillot amarillo para lucirlo en las fotos que enmarcan al ganador. Al entrar con casi un minuto sobre Valverde y Pinot, y casi nueve sobre el fantasma enfermo de Porte, Nibali lanzó un suspiro. Era el único que llevaba aire de sobra. Estiró los brazos...
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