En el Garden, acompañado por unos amigos que también vestían el polo rojo del Maravilla Team, estaba ayer el dueño de la discoteca Gallery, de Guadalajara. Hace diez años, tuvo a Sergio Martínez trabajando en la puerta, y no lo tomaba en serio cuando le decía que iba a ser campeón del mundo. Aquellas ambiciones —las plegarias atendidas de Maravilla— terminaron...
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