Boston no podía imaginar un mejor maratón para curar las heridas de las bombas que lo convirtieron en tragedia en la edición del año pasado: una participación excepcional –la mayor de la historia después de la edición de 1996, que marcaba el centenario de la carrera–, ningún problema de seguridad y una mañana perfecta.
La emoción por el recuerdo a las víctimas...
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