Un individuo anónimo se presentó unas semanas atrás en la unidad de donaciones del Hospital Universitario de Grenoble. Cuando la enfermera de turno le inquirió por su grupo sanguíneo, el hombre desveló que no era un contribuyente ordinario, sino un fervoroso admirador de Michael Schumacher. «Mi sangre es mágica», dijo con el ánimo de sanar al piloto, hospitalizado...
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