Sin competición, el fútbol es un muermo. En la Liga española, Madrid, Barcelona y Atlético son como esas figuras del toreo contemporáneo que echan el año despachando juampedros por las ferias mientras un orfeón de revistosos del puchero canta sus gestas: tundir a derechazos a un pobre animal sin casta, doméstico. O como Poli, aquel Potro de Vallecas que apalizaba...
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