Esta vez no hay épica ni puños cerrados, ni siquiera un «¡Vamos, Rafa!» para despertar. Tampoco hay puntos imposibles ni carreras hasta el infinito, todo es mucho más sencillo de lo esperado. Rafa Nadal vuelve a ser el rey del tenis, el número uno del mundo con todo lo que ello conlleva, y lo consigue casi sin querer, elevado hasta el cielo por la lesión de Tomas...
Suscribete para leer la noticia completa:

