Francisco Araujo fue mecánico de Joaquim Agostinho. El 29 de abril de 1984, el ídolo portugués andaba ansioso: quería vestirse de líder en la Vuelta al Algarve. Araujo era supersticioso y para calmar a su ciclista le dio un limón partido en dos. Lo metió en el maillot y Agostinho ganó la etapa. Tenía ya 41 años. Un día después, tocaba etapa tranquila. Y así fue...
Suscribete para leer la noticia completa:

