En el último toro, Pepe Moral arranca una oreja y salva un poco una tarde que se había despeñado por la sima del aburrimiento, por culpa de los flojísimos toros de Montalvo: se devuelven dos y todos los que se lidian flaquean, se paran, no transmiten nada. Un verdadero desastre. Muchas veces se ha repetido: si se cae el toro, la Fiesta se derrumba.
Cumple El Cid...
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