Antonio Llucià hablaba con fluidez cinco idiomas, estuvo casado hasta en siete ocasiones y cambiaba de identidad según lo requería la ocasión. Cualidades indispensables si lo que uno quiere es recorrer el mundo desplumando bancos, aparecer en «The New York Times» como «el maestro de los falsificadores» y, ahí es nada, suplantar al mismísimo Alfonso XIII y dejar...
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