No es fácil ser James Nachtwey. Él parece intentarlo todo el tiempo. Con su impecable camisa blanca, fibroso, ágil mental y físicamente, a sus 67 mantiene un control de todo lo que dice y lo que hace. No concibe venir a Madrid y no visitar el Prado; no en vano, fue el Goya de los «Desastres de la guerra» quien le ayudó a encontrar su camino: «Considero a Goya...
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