En el mismo momento en que despidió los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976 con cinco medallas colgando del cuello, Nadia Comaneci, la menuda gimnasta que arrancó por primera vez un diez a los ceñudos jueces y enloqueció los marcadores, ya se había convertido en un icono global capaz de trascender los límites del deporte y la competición. Ahora, casi cuatro...
Suscribete para leer la noticia completa: