En la escena más célebre de «Un perro andaluz», Buñuel y Dalí tuvieron la tarantinesca idea de cortar el ojo de una mujer con una navaja. Cruel metáfora de lo que proponían los surrealistas: acabar con la mirada tradicional. Giacometti estaba obsesionado con la mirada. Era, para él, el alma, la esencia de la vida. Esa mirada, que atrapa el artista para mostrarla...
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