Corrían los años treinta, malos tiempos para el género humano, pero muy buenos para la lírica, aunque no para aquel brillante poeta de cuarenta y pocos años que estaba en la ruina. Física (aún arrastraba las cicatrices de la metralla del Somme en la guerra de trincheras del 14), mental (ítem de ítem, la metralla también le había zaherido el alma), pero igualmente...
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