Al pasar por el viejo Mercado del Carmen, derribado por cuestiones de edad y antojos del urbanismo, un niño se da un festín de corazones frente a un cuervo atrapado en el cuerpo de una joven. Sus pies, la figura en su conjunto, casi se pueden rozar con la punta de los dedos, dando vida a unos muros que murieron cuando la plaza de abastos fue demolida hasta caer...
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