La suya fue una arrebatada declaración de amor a su profesión, la arquitectura, «la labor más hermosa del mundo». Alberto Campo Baeza (Valladolid, 1946) no se olvidó de nadie ni de nada en el discurso que pronunció ayer en su ingreso en la Academia de Bellas Artes. Recordó a su abuelo, arquitecto como él, y a su padre, que falleció el año pasado a los 104 años....
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