Imaginemos una escena, casi shakespeariana: un hombre escribe una carta a su hijo, en la víspera de una batalla. En ella confiesa su inquietud ante su suerte y los desvelos por su hacienda. Pero no es un hombre cualquiera, es un rey; y su hacienda es la gobernanza de medio mundo. El drama se podría haber titulado «Carlos V», pero el hecho es que la carta del...
Suscribete para leer la noticia completa: