Aunque ya era conocido y admirado por «El coronel no tiene quien le escriba» (1961) y los cuentos de «Los funerales de la mamá grande» (1962), la aparición de «Cien años de soledad» (en el Buenos Aires de 1967, con la portada diseñada por Vicente Rojo) marcó la narrativa en lengua española y no tardó en extender sus genealógicas historias por el imaginario universal....
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