osé Emilio Pacheco fue muchas cosas –narrador, traductor, guionista...– pero, sobre todo, una: poeta. Y de los grandes. Escribir era para él «el cuento de nunca acabar», «la tarea de Sísifo», pues, como Valéry y Juan Ramón, no aceptaba la idea de texto definitivo: «Mientras viva –decía– seguiré corrigiéndome». Y así ha sido porque se negó «a capitular ante la...
Suscribete para leer la noticia completa: