La memoria y el espíritu de un escritor, todos esos cientos de miles de palabras a las que dan forma durante años y años de escritura, perviven por siempre jamás en sus libros pero, ¿qué ocurre cuándo de lo que se trata es de perpetuar el legado de un escritor más allá de su propia obra? Están las estatuas —busquen a Oscar Wilde en Dublín, a Cervantes en Madrid...
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