Los políticos, cuando se ponen exquisitos y elevados –o quien les escribe los discursos–, citan a Gandhi, a Marx e incluso a Jesucristo para cerrar, generalmente y por inercia, con alguna simpleza deslucida. Los hay también con una vena lírica estudiada y poco fluida. Pablo Iglesias que se da, de vez en cuando, a la poesía y a Machado, concretamente, para encender...
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