No es, como dijera un avezado columnista, que a mí los muertos se me den como a nadie, sino más bien que se echa de menos algo de humanidad en los cementerios de hoy día. Hay flores de papelón sobre ajadas lápidas, ausencia de personas vivas a su vera.
Tras la revolución industrial y el encadenamiento de tareas, mandar el muerto al hoyo con presteza para seguir...
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