Cuenta la leyenda que a José María el Tempranillo le adjudicaron ese apodo porque aprendió los rudimentos del bandolerismo muy pronto. Muy temprano. Los que denuncian a la casta por tierra, mar y aire televisivo deberían aplicarse el cuento de su radicalismo y mirarse en los espejos que nos devuelven la cruda realidad. Muy pronto ha aprendido este Íñigo Errejón...
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