Lo peor de todo es saber que es más que posible. Que ya nada asombre. Que únicamente pienses «otra más» mientras apuras despreocupado el segundo café de la mañana o diseñas la organización familiar de los días de niños sin cole. Que interiorices la corrupción como algo consustancial al sitio en que vives. El robo sistemático, transversal, a todos los niveles....
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